domingo, 29 de septiembre de 2013

Los Caballos negros


                    Los caballos negros



Las taciturnas luciérnagas de la calle
penetran la trasnochada llovizna de hilo
hunden en su húmedo útero de niebla
su excitado y único ojo de vidrio.

Cierro mi ventana despacio y sigiloso
para no violar su rito de intimidad
la cama, resignada, recibe mi puñado de huesos
sabe que quiero dormir sin despertar.

Aprieto mis oídos con la almohada
en un vano intento por no escuchar
los relinchos de los caballos negros
presos por años en mi mente de cristal.

Los muertos de Septiembre, cada noche,
los montan por la eternidad.

Soldado niño desconcertado
vuelvo en mis sueños a aquella edad
disparando contra mi propia alma
cumpliendo la consigna: Morir o matar.

Cuántos como yo en sueños gritan!
cuántos cadáveres nos vienen a despertar!
somos víctimas cumpliendo cadena maldita
prisioneros en nuestra triste realidad.

Los caballos negros nos interrogan
no escapamos de su duro mirar
nos preguntan por sus jinetes
y no sabemos que contestar.


El vino no tiene la culpa
de mis fantasmas de Septiembre
son mi soledad y mi conciencia indelebles
las que hacen que mis letras tiemblen.

Los caballos negros y sus jinetes
nunca, nunca, nunca descansarán!


Luis Jara, 11 de Septiembre 2013